Pablo Romero Montesino-Espartero

Pablo Romero Montesino-Espartero
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Camarote desde donde fueron escritas algunas de estas cartas-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Con este blog pretendo ir recopilando las cartas escritas por mi hermano Pablo Romero M-E, dirigidas a la familia, durante sus primeros años de navegación tras terminar su carrera de Marino Mercante allá por el final de la década de los años cincuenta, principio de los sesenta-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------.

viernes, 20 de marzo de 2015

RUMBO AL CABO DE BUENA ESPERANZA

(Primera parte)

Autor:
Pablo Romero Montesino-Espartero
 
Mi primer lucio real


Carta nº 55
De una carta a la familia, 25 de Mayo
 

Después de haber dejado atrás el Estrecho de Messina, Gibraltar y Dakar, nos encontramos a tan solo dos horas de la línea ecuatorial y navegamos hacia la isla de Santa Elena que avistaremos dentro de cinco días. Hemos hecho 3.400 millas desde nuestra salida de Trieste, en 13 días de mar en los que nuestras máquinas han funcionado sin problemas a pesar de las altísimas temperaturas. El personal de máquinas ha tenido que sufrir guardias a cerca de 50 grados centígrados, mientras en el puente la brisa nos acaricia haciendo las delicias de Piloto y timonel. La mar siempre cruel, para unos lo es más que para otros...a veces.

El tiempo es hermoso y paso el día tomando el sol, jugando al ping-pong y dándome duchas de agua salada. Pero mi diversión favorita es la emocionante espera-al alba y al crepúsculo- en que calo mi aparejo de pesca. A la altura de Dakar se me escapó un buen ejemplar de lucio real. Hasta hoy no he cobrado nada pero ya caerán...

Ayer fue un día de grandes acontecimientos. Cruzaron nuestra proa un banco de miles de delfines que hacían que la mar pareciera que estuviese en ebullición; también avistamos una pareja de ballenas que placidamente tomaban el sol y un tiburón martillo que rozando el costado del barco, ni tan siquiera movió un músculo a nuestro paso. Los delfines nos rodearon y los saltos, cabriolas y zambullidas nos mantuvieron a la tripulación contemplando el espectáculo durante casi media hora. Algunos de ellos se colocaron a proa y parecía que dijeran : ¡alcánzanos si puedes¡ Al paso del banco, los peces voladores despegaban del agua huyendo en todas direcciones como si hubieran visto al mismísimo diablo.

Hoy a mediodía nos faltaban 8.120 millas, o lo que es lo mismo 30 días de navegación hasta Yeddah en Arabia Saudita.
 

Isla de Santa Elena, 25 de Mayo

Hubiera dado cualquier cosa por visitar la isla en la que muriera Napoleón en su cautiverio, pero esta mañana se perdió en el horizonte tan misteriosamente como apareció a nuestra vista. Desde Cabo Verde navegábamos en demanda de un punto en medio del Atlántico Sur con una historia importante, pero que cuando llegamos a él nos pareció irrelevante. En la carta no es más que una latitud y una longitud a casi 1.500 millas de la tierra continental más cercana. Su población es de tan solo 800 habitantes. Con una costa inaccesible y que carece de un puerto seguro; es visitada mensualmente por un barco que debe fondear a 2 millas de la costa. Las operaciones de aprovisionamiento a la isla se efectúan por medio de botes y barcazas cuando el tiempo lo permite. Cualquier barco es siempre bien recibido y a los que pasamos de largo, pero acercándonos a“curiosear”, los isleños nos saludan desde los acantilados.

Todos los oficiales están admirados con mi sextante Plath y los buenos resultados que obtengo con él. Al poco de ocultarse el sol, el sistema óptico Zeiss me permite ver algunas estrellas de primera magnitud casi de día y los planetas como Júpiter y Venus los puedo observar en combinación con el sol y la luna.

Nuestro próximo avistamiento de tierra será dentro de seis singladuras en que si la astronomía no falla deberemos avistar por nuestra proa el Cabo de Buena Esperanza a unos 3.500 kms. de nuestra situación actual. La única novedad a parte nuestro encuentro con Santa Elena es el alisio. Saltó un día después de cruzar el ecuador y continua soplando del SE. Es una delicia su suave caricia que además hace brillar de manera especial el firmamento más grandioso que podáis imaginaros.

Pablo

(Continuará)

lunes, 9 de marzo de 2015

LOS ALPES

Autor:
Pablo Romero Montesino-Espartero




Carta nº 54
De una carta a la familia
                           

 

    El sábado a mediodía dejé Trieste en compañía del Radio que es italiano y conoce bien todo el Veneto. Alquilamos un Mini en el que creo haber hecho los kilómetros más bonitos de mi vida pasada y posiblemente también futura. Mientras rodábamos por la carretera que va de Cortina D´Ampezzo al refugio de las Tres Cimas de Lavaredo agradecí una y mil veces a mi Dios el haberme permitido contemplar tanta belleza. No podía imaginar que la naturaleza pudiera ofrecer espectáculo tan grandioso. Desde aquél refugio situado a 2.400 metros de altitud he pensado mucho en vosotros, especialmente en papá y Pedro Luis, hubiera dado cualquier cosa por tenerlos a mi lado.

    El Paso de las Tres Cruces, el lago Misurina, Cristallo y Cortina D´Ampezzo , la Marmorada, son nombres todos ellos dolomíticos que de ahora en adelante tendrán un significado grande para mi. Para llegar al refugio de las Tres Cimas de Lavaredo tuvimos que subir por un camino flanqueado por paredes de tres metros de nieve, por el que nuestro Mini pasaba rozando su carrocería. Cuando alcanzamos el refugio, el sol empezaba a declinar y por entre los picos nevados  del Monte Paterno  los rayos de un  sol entre nubes, le daban al macizo un aspecto casi fantasmagórico. Nos sorprendió la tremenda soledad de aquellos parajes. Ni un ser humano, ni un animal, nada, solo roca, nieve, hielo y agua del deshielo primaveral transcurriendo lentamente camino de los valles de Auronzo di Calore.

    Pasamos la noche en un hotel de interiores tiroleses situado a orillas del lago Misurina completamente helado y en el que las luces de nuestros faros rebotaban como si de un espejo se tratara. Me llamó la atención la especie de colchón de plumas que en lugar de sábanas y mantas te colocan en la cama. Es muy confortable y abrigado, pero no entiendo como pueden lavarlo.

    Por la mañana cuando me asomé a la ventana, pude contemplar asombrado la cadena montañosa de los Dolomitas con su cumbres iluminadas por los primeros rayos de sol  y a sus picos teñidos de una tonalidad rosada que incrementaban  su grandiosidad.

    En Cortina D´Ampezzo estuvimos bailando en un albergue de montaña. Había un buen ambiente de deportistas. Nos sentimos un poco como extraterrestres entre toda aquella gente vestida con prendas de colores y gorros de esquiar y la verdad sea dicha, no nos comimos una rosca. Todo esto ha sido como el “Adios a la vida”. Dentro de tres o cuatro días dejaremos Trieste con nuestro barco cargado de valiosas mercancías –entre ellas cincuenta coches Mercedes- para el puerto de Jeddah en Arabia Saudita al que esperamos llegar después de cuarenta y dos días de navegación, por la ruta del Cabo de Buena Esperanza, ya que el Canal de Suez sigue cerrado al tráfico por la cantidad de barcos que fueron hundidos para obstruirlo en la guerra contra Israel.

Pablo
 

                                                                               Trieste, 29 de Abril de 1968